Las vacaciones empiezan desde el viaje en camion, que placer poder disfrutar otra vez de Buddy el golden retriever jugando ahora al futbol americano (viejo companyero mio, ya lo habia visto jugar basket ball, futbol y volley).
Morelia al fin. Platica larga con Paola, me hacia falta. Recuperar estos hoyos negros de la vida de los demas, enterarse de los acontecimientos. Compartir.
En la tarde conozco a un trio extranyo: 3 franceses en vadrouille, con una meta: realizar un documental sobre el manejo de los recursos naturales en América Latina. México es su primera étapa y Morelia la primera de las paradas. 10 meses de viaje en total, camara en mano. Compraron un bocho para su odisea, el Wolkswagen se volvio homérico.
Si quieren checar su recorrido, aqui esta el link de la asociacion Presencial (en francés, pero las fotos valen mucho la pena).
La noche la pasamos en una penya, escuchando una trova que no se sabe renovar desde Ojala, y saboreando una Potence, carne colgando y quemandose, especialidad del Colibri. Paseamos en las calles morelianas de noche. Un muy Querido mio dijo algun dia que se antoja ser vampiro en Morelia. Ahora entiendo: la ciudad es estética, misteriosa, revela patios escondidos si uno se toma la pena de buscarlos en los rincones de los sentidos, y sin embargo parece tan solitaria...
Al dia siguiente puedo pasar la manyana en el jardin, pies en el pasto y libro en mano. Por fin pude terminar a este Saramago que me tenia oprimida. Por la tarde nos vamos con el trio a entrevistar a Don Chava, senyor de Umécuaro y carpintero aprendiz, que nos cuenta de la vida del pueblo, de la flojera de los jovenes, de los gringos que quieren abrir un taller de madera en el pueblo, de la tienda de su mujer, de sus caballos, de la casa que construye, de los aguacates y de la gente comprando el ejido. Saboreo la platica con una chela y con el Duque, el perro gigante de Don Chava, salido directamente de los 101 dalmatas, vigilando el lugar.
Cena francesa de regreso, con pan, jamon y queso, el paraiso bajo a Morelia esta noche.
Al dia siguiente regreso al campo: llovio y hay que ir a medir el escurrimiento. Recorrido por la cuenca de Atécuaro: cruzamos de nuevo al trio filmando tomas de su bocho bajando el cerro, tomamos muestras del Rio Grande (mas facil de cruzar que su primo fronterizo) y de la lluvia. Me fascina la idea de tomar pedazos de lluvia y meterlos en frascos, no sé porqué. Busco coyotes y correcaminos pero ninguno de ellos aparecio ese dia.
Regresamos al restaurante de la senyora Hilda a comer las obligadas truchas de Atécuaro, muy recomendadas por cierto si se van a pasear a Morelia. Las tortillas son enormes y el pescado delicioso. Bajamos de nuevo a Morelia bajo la tormenta, pero que bonita se ve la ciudad desde arriba. A salvo en la casa saboreamos un mate de toronja, bastante rico ma foi: se muele el interior de una toronja (sin quitar la cascara, ya que servira de recipiente), se agregan hojas de menta y la hierba del mate, y agua caliente. A disfrutar en compania!
Al dia siguiente me despido con unas empanadas chilenas de pino y un vino chileno as well, que rica estuvo esta comida, merci!. Puedo admirar de regreso Cuitzeo en el atardecer ya que Buddy el perro no jugara esta tarde...Yo te seguiré buscando por esas tierras tan bellas
Te busqué en Michoacan pero parece que andas mas al norte...
